La llamada

El propósito de este ejercicio es lograr que el perro actúe con rapidez y decisión hacia su dueño cuando sea necesario.
Existen múltiples sistemas para este ejercicio. En el pasado, el procedimiento más común era usar correas largas para los hombros. Cuando el perro arranca desde un punto muerto, el guía lo llama tirando de él hacia él. Personalmente, lo veo como un recurso que podemos usar para ganar precisión, pero de ninguna manera un precursor del comportamiento de aprendizaje. Afortunadamente, tenemos métodos de entrenamiento más interesantes y efectivos para este propósito.

Para que conceptualice la llamada de una manera idónea, necesitaremos instaurar en él una asociación emocional intensa y positiva.

Dos factores que determinan si una llamada se establece correctamente son: el instinto de manada (lógicamente, necesitamos que el perro haga un buen vínculo con su guía) y los refuerzos positivos que provienen de estar cerca de su dueño.

Durante la sesión de entrenamiento inicial, el asistente sujetará al perro para crear una sensación moderada de frustración, lo que aumentará su deseo de acercarse a su dueño. Antes de partir, el guía les dará algo de comer o jugarán un pequeño juego. A continuación, con el perro atado, el guía se irá corriendo y caminará unos metros.

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Se debe mantener el contacto visual cuando el perro se aleja. En el momento en que esté dispuesto a visitar a su guía, el asistente lo soltará. Al llegar, el guía lo refuerza con comida o juegos, al mismo tiempo que etiqueta el comportamiento, soltándolo rápidamente para que no conceptualice la llamada como una forma de contención.

Las distancias y los tiempos de retención aumentarán gradualmente, y una vez que tengamos algunas pruebas de pedidos introductorios en el momento en que lleguen, comenzaremos a introducir etiquetas antes de que el asistente las suelte para acceder a su guía.

Daremos flexibilidad al ejercicio llamando a diferentes lugares y donde el perro no pueda ver a su dueño. Para esta tarea, durante la sesión inicial, el perro debe saber dónde está su guía escondido. No finalizamos el ejercicio hasta que el perro tenga la capacidad de encontrarlo, incluso sin referencia a su escondite. Con este programa optimizarás tu agudeza olfativa y fortalecerás tu instinto de grupo con tu anfitrión.

El siguiente paso será quitarle la ayuda de aquellos que se interpongan en su camino. En la prueba inicial, empezaremos con el perro parado, nos moveremos unos metros, luego lo llamaremos, y una vez que se acerque a nosotros, lo premiaremos y le daremos órdenes libres. .
Tras unas pruebas con el perro partiendo de una posición estática, comenzaremos el ejercicio de ejecución libre, reproduciendo todas las situaciones anteriores con la colaboración del asistente. Para ello, debemos estar seguros de que el perro está mostrando una actitud firme y positiva hacia la ejecución de este comportamiento.

¿Cómo debe llegar el perro cuando le llamo?

Para establecer el patrón de llegada en el ejercicio de llamada, solo necesitamos asociar el comportamiento anterior con la posición que queremos que tome el perro cuando alcance a su guía. Para ello, en la prueba inicial, partiremos de una distancia cercana al perro guía y lo guiaremos a través del señuelo. Generalizará rápidamente qué esperamos de él, puesto que la información relativa a las conductas que queremos encadenar, el can ya las conoce.

Para enseñar el patrón de llegada en la llamada por el posicionamiento frontal del perro con respecto a su guía, partiremos de una posición inicial estacionaria y colocaremos al perro a una corta distancia frente a nosotros. Con el premio en ambas manos, a la altura de nuestros genitales, le ordenaremos que se acerque, y una vez que esté cerca, lo induciremos a sentarse o acostarse dependiendo de la posición que queramos construir sobre el perro.

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Para establecer el mismo patrón de orientación en la llamada que la dirección principal, comenzaremos con el perro estacionado frente a nosotros.

La mano que lleva el cebo será el lado en el que queremos que se pare el perro, lo llamaremos y una vez que se acerque lo guiaremos para que dé un giro de 180 grados y se posicione en el lado en el que estemos en la misma dirección.

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Si el adiestrador se coloca en la misma dirección que el perro, es decir, de espaldas hacia él, la mano que lleva el cebo estará del lado que queremos que se sume, lo llamaremos y cuando llegue a la posición deseada lo induciremos.

No consideramos el ejercicio completo hasta que el comportamiento se realiza solo bajo el comando de invocación sin ningún apoyo de gestos. Para ello, como en todos los programas anteriores, iremos eliminando progresivamente la asistencia por gestos.
En el modo de llegada, la posición del guía del perro determinará dónde estará el perro cuando se le acerque.

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