El objetivo del paseo es que el perro camine junto a su dueño y a su propio ritmo. Este es un ejercicio que requiere mucha concentración, por lo que mantendremos las sesiones de entrenamiento cortas, divertidas y al grano.
Una vez que el perro haya establecido correctamente la conducta de aproximación, nos será mucho más fácil realizar el paseo, aunque nuestro objetivo en los primeros intentos es que siga la mano que lleva la llamada. Se le puede enseñar a caminar a la izquierda y a la derecha, indistintamente.
Comenzamos con el perro de lado, la posición de partida no es decisiva para la ejecución del ejercicio. Para convencerlo de que se vaya a nuestro lado, recomiendo usar golosinas. Si empezamos por el lado izquierdo, la mano con refuerzo positivo es la izquierda, y si queremos enseñar al perro a ir al lado derecho, la mano con refuerzo positivo es la derecha.
Que el perro vaya con o sin correa depende del estrés ambiental y del nivel de atención del perro. La correa está pensada para redirigirlo cuando se distrae y nunca debe estar demasiado apretada durante los paseos. Antes de empezar el ejercicio, le damos una orden verbal con su nombre y, cuando nos mire, le damos varios trozos de comida. Lo hacemos tres o cuatro veces para reforzar el vínculo con el perro y, en cuanto empezamos a caminar, hacemos que siga la mano que trae la comida. Debe colocarse delante de la nariz del perro y el acceso a ella depende de que el perro camine correctamente. En ningún caso le premiaremos si se adelanta o tiende a agacharse para recogerlo. Durante el paseo, premiaremos al perro con la suficiente frecuencia para que no se rinda.
En las primeras sesiones, caminamos en línea recta, premiándole cada pocos pasos e introduciendo la orden mientras le damos un refuerzo positivo. Podemos ayudarle con un «muy bien» antes de dar la recompensa y la orden verbal de caminar.
Cuando camina correctamente a nuestro lado, estimulado de la mano con refuerzo positivo en línea recta, es el momento de cambiar de ritmo, introducir giros, separarse del perro y exagerar la acción de alejarse de él. Una vez que el perro está en posición de caminar, elogiamos y ordenamos verbalmente al perro mientras le administramos el refuerzo. Al hacer los giros y separarse de él, será mucho más fácil que el perro asimile la mecánica del ejercicio.
El siguiente paso es retirar la mano que estaba delante de su nariz y obligarle a seguirnos. En este paso, la mano con las golosinas debe colocarse de forma que el perro mire hacia nosotros. La posición de la mano de recompensa depende en gran medida del tamaño del perro y del adiestrador. Suele colocarse a la altura de la cintura.
Cuando el perro está de lado, damos una orden vocal con su nombre, cuando nos mira, damos el refuerzo y nos alejamos. Al igual que en la fase anterior, caminamos en línea recta y damos recompensas si mantiene el contacto visual y camina adecuadamente. Utilizamos la orden verbal «muy bien» como indicador hasta que se da un refuerzo positivo para ayudar al perro a mantener la atención.
La introducción de giros, movimientos laterales y cambios de ritmo debe ser gradual.
Si el perro se arrastra o no presta suficiente atención, el uso de la correa le ayudará. Las correcciones con la correa deben hacerse siempre a una distancia entre el adiestrador y el perro para que éste no asocie las consecuencias negativas con la proximidad del adiestrador. En cuanto el perro cambie su enfoque y su ritmo, recompénselo rápidamente. Una vez que el perro entienda la mecánica del ejercicio, comenzaremos a realizar la marcha sin ayuda gestual y sin las recompensas en el campo de visión del perro.
En esta fase del adiestramiento, el refuerzo positivo debe colocarse en un lugar con el que el perro no tenga contacto visual.
Si optamos por enseñar al perro a sujetar su pata en dos zapatos con un juguete o mordedor, éstos deben colocarse de forma que cuando el perro dirija su atención a ellos, establezca contacto visual con nosotros. Al igual que con las golosinas, la colocación del refuerzo depende en gran medida del tamaño del perro y del adiestrador.
Las colocaciones más habituales son: en la mano que corre a diferentes alturas, en la mano contraria, colocado en la axila del lado en el que corre el perro o en la axila contraria. Llevar el juguete o la liana bajo la axila también nos permite tener las dos manos libres para manipular o redirigir al perro si es necesario. El protocolo de trabajo es exactamente el mismo que para la comida: primero caminamos en línea recta con el reforzador a la vista, seguido de giros, giros laterales y cambios de ritmo, y finalmente queremos que el perro realice la conducta sin el reforzador positivo a la vista y sin ninguna ayuda gestual.
Una vez establecida la conducta de «caminar con el talón» en su lugar de entrenamiento, añadimos versatilidad al ejercicio realizándolo en diferentes entornos e introduciendo todo tipo de estímulos (bicicletas, personas, otros perros, sonidos, etc.).