El quieto

El propósito de este ejercicio es mantener al perro quieto en la posición designada hasta que su guía dé más órdenes.
Para el entrenamiento de este ejercicio, comenzaremos en posición sentada o tumbada. Podemos ayudarnos de una correa para que podamos redirigir el comportamiento si es necesario. Inicialmente, cuando ejecuta el comportamiento correctamente, el cinturón no debería ponerle tensión de todos modos.


En la primera lección, estaremos acercándonos al perro y recompensaremos continuamente la acción de quedarse quieto, mientras introducimos etiquetas con comandos. Si se mueve, lo reposicionaremos sin dar ningún comando verbal y, una vez que esté posicionado, administraremos sus recompensas.

(imagen dibujo)

Recursos lingüísticos como «muy bien» nos ayudarán como marcadores de comportamiento, pero hay que tener mucho cuidado con el tipo de entonación, si transmitimos mucho entusiasmo puede explicar que el ejercicio se acabó y romper la persistencia.


Inicialmente, las acciones de alejamiento y regreso se realizarán en intervalos de tiempo más cortos.
No debe conceptualizar un ejercicio como completado hasta que su guía le dé una orden.


Si tratamos la recompensa como un juego, a diferencia de la comida o las caricias, el perro se verá obligado a salir de la quietud para acceder a su juguete, y si no se mueve de una posición fija, será difícil premiarlo con el juego. Si elegimos esta opción, el protocolo de entrenamiento será la inmovilidad: soltar el juego y volver a la inmovilidad. Soy más partidario de empezar el ejercicio con la comida, alternar las caricias y utilizar el juego como refuerzo final.

Cuando el perro haya establecido adecuadamente el comportamiento inmóvil, le daremos versatilidad al movimiento aumentando su complejidad, exponiéndolo a escenarios ambientales diversos y más complejos. Vamos a conseguir la ayuda de alguien que actúe como cebo para recrear la situación que llamó su atención. Para ello, inicialmente estaremos cerca del perro para poder redirigirlo si se presenta la situación.

El cometido del ayudante será:

  • Pasar al lado del perro con diferentes ritmos de marcha.
  • Emitir diferentes ruidos.
  • Darle movilidad a una pelota.
  • Pasar cerca de él con una bici, patín, carretilla, etc.
  • Arrastrar diferentes objetos a diferentes distancias.
  • Arrojar diferentes objetos que emitan ruido.
  • Etc.

Una vez que haya identificado claramente el acto de quedarse quieto, independientemente del contexto en el que ocurra, practicaremos la práctica persistente en ausencia de su guía. Para ello, la zona de entrenamiento debe disponer de elementos que puedan ocultarse de cerca.
En el primer ensayo le ordenábamos que se quedara quieto y luego nos escondíamos. Inicialmente, se debe reducir la cantidad de tiempo que el perro no puede vernos.

A menudo, durante los ensayos iniciales, tiende a destruir la permanencia debido a la incertidumbre que genera la ausencia de su dueño en el lugar. Si esto sucede, saldremos rápidamente de nuestro escondite y lo reubicaremos donde está arreglado. En cambio, si se mantiene correcto, lo recompensaremos y le daremos un pedido gratis. A falta de guía, la duración de los fotogramas, los iremos aumentando paulatinamente. 

2 comentarios en “El quieto”

  1. Sebastian Peñas

    Escuchando los POST. me ayuda mucho . Nunca he tenido perro. Y me han regalado un pasto belga Groendael… tiene 3 meses y 20 dias. Y hace una semana que lo tengo. Creo que tengo una saturacion de informacion y presion por hacerlo mal. Espero que poco a poco pueda aprender y educar correctamente a Frida.

    1. ¡Muy buenas Sebastian!

      No te agobies, hoy en día hay mucha, muchísima información. Primero filtra y la clave es la paciencia con tu perro a la hora de que aprenda.

      Mucho animo y te responderé a lo que necesites.

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